Por Joaquín E. Mendoza Alfaro
Director de C3: Consultoría y Capacitación en Calidad del Servicio
Considere lo siguiente: si un empleado que atiende a 10 clientes diariamente, al paso de 300 días y 2400 horas que trabajo en un año, entonces tuvo contacto con 3,000 clientes. ¿Tendrá este empleado cierta sensibilidad y conocimiento sobre las necesidades y requisitos de sus clientes? ¿Estará en posibilidad de saber lo que anda bien en el servicio que se ofrece? La respuesta es obvia. La evaluación del servicio por el personal de contacto es una manera muy productiva y sencilla de conocer las necesidades y requisitos del cliente.
Director de C3: Consultoría y Capacitación en Calidad del Servicio
Considere lo siguiente: si un empleado que atiende a 10 clientes diariamente, al paso de 300 días y 2400 horas que trabajo en un año, entonces tuvo contacto con 3,000 clientes. ¿Tendrá este empleado cierta sensibilidad y conocimiento sobre las necesidades y requisitos de sus clientes? ¿Estará en posibilidad de saber lo que anda bien en el servicio que se ofrece? La respuesta es obvia. La evaluación del servicio por el personal de contacto es una manera muy productiva y sencilla de conocer las necesidades y requisitos del cliente.
Los
empleados de contacto con el cliente ocupan el mejor puesto posible para observar
el servicio e identificar los obstáculos para alcanzar su calidad. Sin embargo,
y en forma por demás lamentable, muchas empresas lo desdeñan o no documentan lo
que el personal de contacto sabe acerca de los clientes porque no tienen un
medio sistemático para recopilar y difundir este tipo de información. El
propósito fundamental de los informes de los empleados de contacto es
proporcionar un mecanismo formal para capturar y compartir esta información
(Berry, 1996).
Sin
embargo, aunque los empleados son buenos jueces para estimar la calidad global
del servicio ofrecido, la información obtenida no debe sustituir, en ningún
momento, la información obtenida directamente del cliente (Tscholl, 2004). Más
bien, este es un tipo de información complementaria, pero sumamente valiosa. Sin
embargo, hay tres muy buenas razones por las cuales se debe tener en
consideración esta práctica (Berry, 1996):
1.
Los informes de los empleados pueden reforzar ciertos temas revelados por la
investigación sobre los clientes y destacar su prioridad.
2.
Los empleados pueden informar lo que observan, no sólo lo que oyen, y darle un
nuevo sesgo a la información.
3.
Estos informes pueden abarcar una gama más amplia de aspectos que aquellos que
se cubren normalmente en la investigación sobre los clientes.
La
mecánica para llevar a cabo la recopilación y documentación del conocimiento de
expectativas, necesidades y cumplimiento de la calidad del servicio es sencilla
pero poderosa:
A.
Quienes responden en los informes de campo pueden ser cualquiera que tenga
contacto frecuente con los clientes.
B.
Los tipos específicos de comunicación para capturar este conocimiento que
pueden ser relevantes son formal
(por ejemplo reportes de problemas y excepciones en la entrega del servicio,
cuestionarios, sesiones de grupo, etc.) e informal (pláticas entre el
personal de contacto y los administradores de alto nivel) (Zeithaml, Bitner y
Gremler, 2009).
Referencias
- Berry, L. (1996). ¡Un buen servicio ya no basta! Cuatro principios del servicio excepcional al Cliente. Bogotá: Norma.
- Tscholl, J. (2004). Servicio al Cliente. El Arma secreta de la empresa que alcanza la excelencia. México: Editorial Pax.
- Zeithaml, V. A., Bitner, M. J., & Gremler, D. D. (2009). Marketing de servicios (5ª ed.). México: McGraw-Hill
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